sábado, 27 de noviembre de 2010

CLOACAS


al menos queda el escribir.

no es mucho, eso parece.

salva vidas,

pero no es mucho.

salvar vidas no es mucho.

hay vidas que no pueden ser salvadas

y sólo son justificadas.



años y años repletos de esos enfermos

que por expectorar palabras

evitaron dejar el gas prendido.



cada tanto a uno le toca,

si no sos vos será el otro.

pero nunca faltaron.

siempre hubo basura que apartar

hacia un rincón.



es la basura que de tanto en tanto

se mira para recordar qué somos,

recordar que el metal es metal

y lo incorporeo es lo incorporeo.



es como esa cloaca que te recuerda

que aunque caminemos orgullosos por la acera,

por lo bajo aún subsisten

nuestros peores o, quién dice,

mejores sentimientos.



siempre habrá un Baudelaire, un Neruda, un Tolstoi,

un Dostoievski.



un Poe con cuentos enfermos

y rabiosos de locura;

o un Nietzsche creyéndose el descubridor.



también tendremos, claro,

un Kafka hecho insecto,

y un Bukowski hecho alcohol.



no faltará el Goethe,

el Dante, ni el Shakspeare.

mucho menos, como sabrán,

prescindiremos de un Hesse.



y ni que hablar de algún que otro Platón,

u otro muchacho preguntón creyendo ser Sócrates,

y hasta un resentido con la remera de Aristóteles.



tendremos muchos más Carlos Marx, muchos nórdicos dialécticos como Hegel,

viejos aburridos como Kant,

y viejitas divertidas como Simon de Beauvoir.



siempre habrá, queridos amigos y hermosas amigas, esos frecuentadores de cloacas,

esos seres del subsuelo.



ellos, desde abajo, nos seguirán contando

de qué se trata eso de vivir.

mientras, nosotros,

seguiremos intentándolo.